No podemos ignorar el hecho de que Dajabón se ve desaliñado en comparación con provincias de características similares en tamaño y condiciones. Ha sido como si se nos hubiera escapado entre los dedos el control de los visitantes que, a menudo, son la primera imagen de bienvenida para nuestros turistas. La situación se acentúa con el estado del sistema vehicular, marcado por un tráfico caótico que, curiosamente, ha llevado a la presencia de agentes que detienen a nuestros ciudadanos sin justificación aparente. Este contraste se torna aún más evidente cuando se observa el tratamiento y consideración hacia los peatones provenientes del país vecino.
Por Lucía, Creadora de la plataforma digital @andoendajabon
Todos se han quedado literalmente congelados cuando he mencionado en reuniones que en unos treinta años (me temo que en menos) Dajabón podría resultar ser habitado mayoritariamente por extranjeros. Algo así como determinar que al menos 8 de cada 10 personas en el municipio, no serán Dajaboneros.
Permítanme explicar mejor… En las próximas décadas, Dajabón se convertirá en tierra de extranjeros, una comunidad conformada por la clase media-alta, proveniente del país vecino y Centroamérica. Me temo que aquí no quedará una notable población de dajaboneros que representen el pulso socio-comercial y cultural del municipio.
Es crucial prestar atención y analizar el comportamiento socio-comercial en sectores como la construcción, la inmobiliaria, las zonas francas (sí, en plural, amigos) y el mercado binacional. En los últimos 10 años, nos preguntamos: ¿cuántos puestos de negocio en el actual pabellón del mercado binacional son ocupados por dominicanos?
Ya hablaremos sobre la proyección en el sector hotelero en el municipio.
La actual escala salarial dominicana, y la notable desigualdad en las condiciones laborales entre extranjeros y locales, sobre todo en las áreas administrativas. Sumadas al constante aumento del costo de vida, el impagable gasto en alquiler y la espeluznante facturación de energía eléctrica para la clase media, motivará a los dajaboneros, especialmente aquellos no bilingües, a buscar oportunidades comerciales y laborales en otras tierras o nuevas fronteras.
Esta transición no solo afectará, o mejor dicho, transformará la población, sino también la composición socioeconómica de la región. La clase media alta actual quizás aún no contemple la aparente y silente transformación que estamos experimentando como municipio, pero no estamos lejos de enfrentar la decisión entre aprovechar el beneficio del impagable alquiler que nos caracteriza o, como una gran oportunidad, optar por vender las propiedades que la plusvalía de la última década ha favorecido y afortunadamente para los que pueden aprovechar las oportunidades, este aumento de valor mantendrá su ascenso.
La sensación de desesperanza e impotencia se apodera de muchos ante estos cambios inminentes. Y a esto se suma la inseguridad en el ámbito doméstico y comercial, que aumenta día a día y alimenta nuestra impotencia al acudir a las autoridades «pertinentes» en búsqueda de nuestros derechos ciudadanos y, lo que es aún más crucial, el derecho humano del dajabonero.
En este ámbito indiscutiblemente como ciudadanos locales, hemos perdido la batalla contra un sistema absolutamente sometido e inclinado.
Pero este medio no se limitará a mostrar la carta y el lado que preferimos no ver. Este medio expondrá todas las cartas sobre la mesa y nos permitirá elegir, en consonancia con la conveniencia comunitaria, la mejor jugada que favorezca a nuestra sociedad y claro, decisiones de manera individual.
Concluyo con la siguiente reflexión: los próximos cinco años, con garantía, representan un momento idóneo para invertir en la adquisición de terrenos en Dajabón, construir plazas comerciales en las zonas concurridas y apostar por locales comerciales en las áreas de crecimiento residencial, teniendo en cuenta la segmentación de la clase social. Dajabón tiene un futuro prometedor, aunque muchos ya hayan perdido las esperanzas en estas promesas. Mientras tanto, otros eligen ser visionarios y apostar por su tierra. Estos últimos serán amos y señores cuando el iceberg del desarrollo emerja.
Pero, dejemos de tarea la siguiente reconocida frase que nos lleve a la reflexión…
¡Cada pueblo tiene los funcionarios que se merecen!
Una frase de Joseph de Maistre (1753-1821), adaptada a la era y la subcultura local.
Hasta la próxima reflexión amigos.