Con las manos llenas de grasa y una bujía en la mano, la venezolana Jackeline González no deja de sonreír, pues acaba de aprender qué es lo que está sosteniendo y cómo funciona eso en su motocicleta, el vehículo común de 12 mujeres que se unieron en Caracas para capacitarse en mecánica y andar como les gusta -todavía más seguras- sobre dos ruedas.
«La verdad no sabía ni qué era una bujía», dice a EFE la estudiante de 28 años, que espera compartir las lecciones que ha recibido sobre mecánica con amigas y familiares que empezaron «desde cero», como ella hace dos años, a andar en moto en esta ciudad, caracterizada por el alto tráfico de motoristas.
La joven -también peluquera y ayudante pedagógica- dice que se compró este vehículo porque le permite «llegar puntual» a sus clases o sus trabajos y para trasladar a su hijo pequeño, y que ahora prevé solventar por si misma cualquier contratiempo que presente su moto, mientras sigue trabajando para graduarse como tripulante de cabina.
Con motivaciones similares, Ninoska Bello, de «54 bellos años», se apuntó a este taller, organizado por la ONG Fundana, para seguir viviendo con adrenalina, pues «siempre» ha manejado moto, ahora con conocimientos de mecánica.
«No sé nada de mecánica de motos, sé de los ruidos, ciertas cositas», confiesa esta madre de dos niños, que planea, una vez se sienta segura de solventar cualquier fallo, ir con sus amigas, todas en moto, a las playas de La Guaira, el oasis caribeño ubicado a menos de una hora de Caracas.
«Un mundo masculino»
La técnico automotriz Valeria Vázquez se hizo cargo de las clases prácticas pues le pareció «excelente» que esta docena de mujeres se interesaran por un tema que «es gobernado más por los caballeros» en el país.
«Este es un mundo más masculino», insiste la joven, responsable de un taller mecánico, quien destaca que, pese a ello, «hay muchas mujeres» a bordo de motocicletas en las calles de Caracas «porque es lo que pueden adquirir» como medio de transporte personal, que les sirve para «llevar a sus hijos» o «hasta para negocios».
Por ello, ve en este taller una oportunidad para que las mujeres «rompan esos estereotipos y los esquemas y disfruten de lo que en verdad les gusta», al tiempo que aprenden sobre el mantenimiento de sus vehículos.
«Que sepan que nosotras también estamos acá, que no soy tampoco la única mujer que está en este mundo, ni en este medio, que somos varias, y que es una pasión que está reprimida en muchas, por el qué dirán», añadió.
Justamente para promover equidad de género, Fundana lleva adelante este y otros proyectos que buscan dar herramientas a mujeres en diferentes oficios -como la carpintería-, siempre con un componente de desarrollo personal para potenciar sus propias aptitudes, según explicó a EFE Ysiel Escalona, trabajadora de la ONG.
El transporte femenino
Las alumnas del taller y las organizadoras reconocen que cada día hay más mujeres motoristas, por lo que -coinciden- es más necesario que nunca tener nociones de mecánica en un mundo en el que ellas llevan décadas luchando por el derecho a su autodeterminación y demostrando su manera de hacer tareas que antes les habían sido negadas.
Lisbeth Bello, de 39 años, es una de esas rezagadas en el aprendizaje. Aunque creció en una familia de mecánicos, no había tenido formación sobre un área que, como ella dice reiteradamente, le «fascina».
«Siempre he querido ejercer eso (…) cómo ajustar y tener conocimiento de lo que tiene tu moto, la fallita que se puede generar y ya tú tienes que tener un conocimiento», dice la madre de seis hijos, a cuatro de los cuales sigue transportando a bordo de su vehículo.
La entusiasta alumna, luego de 25 años manejando, espera pasar pronto del aprendizaje al emprendimiento y asegura que no tiene miedo y le sobran las ganas, para seguir haciendo «transporte escolar», traslados privados y «todo» lo que pueda hacer con su moto.
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